Neko

14.12.05

Mansiones y fantasías

Las viejas casonas, con robustos muros, los pesados portones, los zaguanes empedrados y la montaña de tejas encima, ya no parecían adecuadas. Las nuevas familias requerían estilos novedosos, universales y también exóticos, que reuniesen el confort y lo curioso, dentro de grandes dimensiones para albergar una familia extensa, una servidumbre numerosa y especializada y acoger con magnificiencis a cantidades de invitados. Reinaba un deseo de ser original, de asombrar a los pobres semejantes y, en el fondo, de evadirse de una realidad chocante que no estaba a la altura del triunfador del siglo XIX.
Palacio Meiggs
Uno de los primeros innovadores de la arquitectura fue Henry Meiggs. Para levantar su mansión escogió un sitio en los extramuros, cerca de la Estación Central, donde podía disfrutar de la tranquilidad campesina. Inaugirado en 1866, el palacio deslumbró a los contemporáneos. El sectro central, coronado por una atrvedida torre y una cúpula rebajada, daba paso a las cuatro alas y a los pisos superiores.
Otra maravilla de los comienzos fue el palacio construido por José Tomás Urmeneta. Era una enorme construcción en estilo gótico inglés. Daba la impresión que en su ambiente podían haber lacayos ingleses, duendes y fantasmas.
Palacio Díaz Gana posteriormente Concha Cazotte
La contrucción más extraña de todas fue la del minero de Caracoles José Díaz Gana. Fue una edificación de planta cuadrada, cargada de ornamentación arábiga, con escaleras monumentales. También eran extraños el dorado de las cúpulas y los colores brillantes alternándose en los arabescos.


Palacio Edwards, Catedral con Morandé

(Fuente: Sergio Villalobos, "Oriegen y ascenso de la burguesía chilena", Editorial Universitaria, Santiago, 1987)