Neko

14.12.05

Grupos sociales, paseos y fiestas


Paseo El Tajamar (Oleo Carlos Wood)

En Santiago a principios del siglo XIX el paseo más concurrido era el de El Tajamar, donde, en días de fiesta, las niñas iban muy elegantes en sus calesas arrastradas por una mula, con un negro o mulato con postillón. Por otra parte, concurrían muchos hombres a caballo luciendo tanto sus cabalgaduras como su destreza y maestría en el manejo de ellas. La entrada al paseo esta junto al gran punete de Cal y Canto.
Sin embargo, este paseo, intalado en la primera década de 1830 se encontraba abandonado, habiéndose cortado los árboles y estando las fuentes obstruídas con arrena, mientras la carrtera se veía descuidada y desierta. Éste abandono se debía a la popularidad del nuevo paseo construído en la Cañada (Alameda).
Las diversiones populares continuaban siendo los ya tradicionales juegos del volantín y las peleas o guerra de piedras. En el juego del volantín las comisiones eran parte importante. Se trataba de una lucha entre dos o tres volantines donde la victoria se obtenía cuando el hilo de uno de los artefactos cortaba el del contrincante, lo que permitía su captura. En la guerra de piedras el verdadero campo de batalla era la caja del río Mapocho. Las luchas principales eran entre Chimberos y Santiaguinos. La línea divisoria era el río en su parte más angosta.
Las diversiones que convocaban a todas las clases de la sociedad eran las carreras de caballo y las corridas de toro. Ellas se realizaban en el LLano de Portales, en el campo de La Pampilla, al final de la calle San Diego y en una explanada al final del paseo de El Tajamar. Las corridas de toro se llevaban a cabo generalmente en la Plaza Mayor.
La Pampilla, Mauricio Rugendas
Con el traslado de la población a nuevos sectores de la ciudad, se acabaron los paseos cotidianos, con lo que parques y avenidas dejaron de recibir aquellas avalanchas de elegantes que iban y venían durante el día. Continuaron algunas réplicas como los paseos de las plazas de los barrios (PLaza Ñuñoa, Plaza Brasil), pero en ellas se reunía una multitud juvenil que lo hacía de otra manera y con otro sentido. El Parque Cousiño (hoy O´Higgins) y la Quinta Normal de Agricultura como lugares de recreción de las claes altas fueron reemplazados por los clubes deportivos privados. El cerro San Cristobal acoge desde su creación a millares de deportistas, cosa que marca una gran diferencia con los estilos de vida del pasado.

(Fuente: Armando De Ramón, "Santiago de Chile", Editorial Sudamericana, Santiago, 2000)